Columna de opinión por Pedro Cisterna Gaete
La Conferencia presentó el proceso de consulta del “Plan de Acción de Defensores Ambientales”, el que durará hasta el 21 de junio. Este plan se enfoca en la implementación efectiva del Artículo 9 del Tratado, y por ahora solo contiene un índice de contenidos. Además, se constituyó el Fondo de Contribuciones Voluntarias con los aportes de México y Chile, lo que es una buena demostración de la cooperación sur-sur que implica este tratado. Finalmente, la reunión levantó una declaración política suscrita por los Estados, enfatizando la importancia de avanzar en el cumplimiento del tratado.
Es innegable que la COP2 del Acuerdo de Escazú pasó desapercibida, especialmente en un contexto regional y global en que la agenda ambiental y climática está muy lejos del centro de atención. En América Latina, desafíos económicos, políticos y de seguridad eclipsan la urgencia climática. A este escenario se suma la creciente amenaza de discursos populistas y negacionistas del cambio climático, que han ganado terreno en algunos sectores y creado un ambiente poco propicio para la acción climática. El efecto de estos discursos es especialmente preocupante en una región en que la vulnerabilidad climática es agudizada por graves índices de pobreza y desigualdad.
Más allá de lo anterior, la COP2 de Escazú significó un progreso en varios ámbitos del tratado. Primero, los Estados Parte eligieron a los siete integrantes del Comité de Implementación y Apoyo del tratado. Este órgano es vital, ya que vigila el cumplimiento del Acuerdo, y colabora con aquellas Partes que tengan dificultades para implementarlo. Escazú, en vez de castigar a países con incapacidades para implementar el tratado, coopera con aquellospaíses poniendo obstáculos para su implementación. Este tipo de procedimientos consultivos, no judiciales y no punitivos, existen en otros tratados ambientales, tales como el Acuerdo de París o la Convención Aarhus.
Además, la Conferencia presentó el proceso de consulta del “Plan de Acción de Defensores Ambientales”, el que durará hasta el 21 de junio. Este plan se enfoca en la implementación efectiva del Artículo 9 del Tratado, y por ahora solo contiene un índice de contenidos. Además, se constituyó el Fondo de Contribuciones Voluntarias con los aportes de México y Chile, lo que es una buena demostración de la cooperación sur-sur que implica este tratado. Finalmente, la reunión levantó una declaración política suscrita por los Estados, enfatizando la importancia de avanzar en el cumplimiento del tratado.
En general, la COP2 de Escazú avanzó con sus tareas, aún así, resulta muy preocupante la baja relevancia pública y escasa cobertura del evento. En esto, hay ciertamente responsabilidad de los Estados y medios tradicionales en interponer innegables límites estructurales para levantar agendas climáticas. Con todo, pareciera también necesario que quienes desde distintos espacios abogamos por políticas climáticas efectivas, reflexionemos sobre el sentido y efectividad de nuestro mensaje. Quizás, canalizar el espíritu crítico solo con discursos catastrofistas y negativos no suma a nuestra causa, generando una desmotivación ciudadana frente a una crisis climática difícil de asimilar y a la que la mayoría de la ciudadanía resulta complejo conectar con su día a día.
Como Desmond Tutu señaló, es clave que seamos “prisioneros de la esperanza”, y junto con presionar para que se tomen medidas ambientales y climáticas urgentes como la implementación efectiva del Acuerdo de Escazú, es fundamental que sumemos voluntades desde la esperanza de avanzar frente a una crisis climática que no da tregua. Por ello, resulta crucial que lo evidentemente catastrófico de la emergencia climática sea complementado con una comunicación de políticas, soluciones y acciones tangibles que impacten positiva y tangiblemente la vida de las personas y los ecosistemas.
https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/05/03/escazu-una-cop2-inadvertida/
